Diseñar la vida debería ser costumbre.

Decidir por dónde ver salir el sol y cómo disfrutar las noches de lluvia.

Pensar por dónde sopla el viento y descubrir la mejor manera de hablar con el bosque.

Dentro de todas las posibilidades, decidimos ser canal. Decidimos ser túnel. Decidimos ser puente. Decidimos convertir las ideas en proyectos y los sueños en rutas para materializarlos.

Diseñar la vida debería ser constumbre.

Pensarse en armonía con el espacio. Aprender a jugar con las corrientes. Bailar con la lluvia y, al final, hacer de cada espacio, un tributo a la vida.

Nagual
Casa de arquitectura.